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Los episodios de ansiedad y la figura de “mujer monstruosa” en la novela Viaje a la oscuridad

  • Foto del escritor: LOCURA TOLOACHE
    LOCURA TOLOACHE
  • 2 oct 2021
  • 8 Min. de lectura

Por: Mari Reséndiz


En varios momentos de la vida he pasado episodios de ansiedad intensa, ahora estoy en una etapa de reconocimiento más detallada sobre los síntomas físicos y sobre las estrategias que me ayudan a encontrar un alivio corporal. Una de las actividades que me refuerzan es ocuparme en tareas que me apasionan, por ejemplo en la literatura. Sin embargo, leer o escribir con ansiedad es una tarea contradictoria, la ansiedad no te permite concentrarte porque tus pensamientos se suceden tan rápido que se vuelven ruido.


Este texto es parte de una indagación comenzada en curso Teoría literaria feminista de María Guadalupe Elías Arriaga, quien me sugirió intentar la técnica de estudio Pomodoro para sortear la ansiedad y poder sentarme a escribir. Abordé esta lectura con el interés por descubrir en ella experiencias corporales que leo como episodios de ansiedad. Leer a otras ayuda a hilar palabras para expresar experiencias hasta ahora silenciadas, esperando encontrar las palabras precisas para expresarse. Corresponde a Toloache la revisión final para su publicación en el blog.

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En este artículo analizaré Viaje a la oscuridad (1934) de la escritora nacida en las islas caribeñas Jean Rhys (1890-1979). Me centraré en algunos conceptos desarrollados en la primera parte del libro La loca del desván: la escritora y la imaginación literaria del siglo XIX, de Sandra Gilbert y Susan Gubar, sobre la figura de la mujer monstruosa y la ansiedad reflejada en los espacios cotidianos. Y finalmente realizo un breve análisis retomando conceptos de Adrienne Rich La sexualidad obligatoria y la existencia lesbiana.


Esta novela narra una secuencia de dificultades que enfrenta Anna, quien estando sola tiene que sobrevivir a una ciudad lejos de su hogar. Anna tiene dieciocho años cuando llega a Londres del Caribe, y aunque trabaja como corista no tiene suficiente solvencia económica. Esta desprotección y soledad la hacen muy vulnerable al contexto. Muy pronto conocerá a Jeffries, un hombre blanco y rico mayor que ella, que se aprovecha de su soledad para acecharla y conseguir empezar a salir con ella.


La narración se cuenta desde la mirada del ocaso, no tenemos aquí a un personaje con privilegios, es la mirada de la mujer migrante, que llega con dificultades a una ciudad que la engulle, una ciudad fría que la hiela hasta los huesos. El viaje de Anna hacia su oscuridad interior depende, desde mi punto de vista, de las circunstancias que la rodean; el personaje es llevado hacia un destino trágico sin darse cuenta, es su inocencia y cuento heterosexual de ser salvada, no puede mirar el peligro de tener una relación con un hombre mayor de clase privilegiada.


Metáforas de enfrentamiento a la realidad


En el libro La loca del desván... Se señala el uso de metáforas como una incomodidad de las escritoras ante la hostilidad del mundo literario patriarcal. Estas metáforas se acumulan en la novela de Rhys. La autora recurre a las metáforas de incomodidad física en Anna, por ejemplo, ante el frío que la paraliza, la enferma y mantiene débil. También describe un entorno congelado y repetido. El enfrentamiento corporal de Anna con la ciudad es doloroso, lo manifiesta continuamente, se enferma de gripe, tiene dolor corporal en las mañanas y todo el tiempo sufre de frío, como metáforas de incomodidad física y emocional.

¿Es el frío una metáfora de la soledad? Esa soledad y desprotección llevan a Anna a buscar un refugio en un hombre mayor. El poco dinero que gana como corista y la forma en que Jeffries usa esto en su provecho es el inicio de la tragedia.

La autora narra en secuencias cómo se sucede el destino de Anna, y pone atención en describir sus pensamientos y sensaciones. Por ejemplo, cuando tiene su primera relación sexual con Jeffries, ella sufre una despersonalización, quiere salir de sí misma y se siente como en un sueño, piensa que las cosas pueden ir hacia un sitio diferente, pero se siente atrapada.

Llama la atención que la escritora no describe las escenas sexuales, estas se suceden en una elipsis temporal tan sutilmente que son unas breves señales las que nos indican lo que ha pasado. “Si la sexualidad masculina se asocia íntegramente con la presencia afirmativa del poder literario, la sexualidad femenina se asocia con la ausencia de dicho poder” (1998, 23). La sexualidad activa considerada como una actividad masculina, la narradora oculta la actividad sexual para reflejar la nulidad del poder femenino. Anna carece de poder, idea que se reafirma cuando el personaje se refiere al acto sexual desde el dolor y el desencanto. En la novela no hay sensualidad ni un deseo de ella.




La figura de mujer monstruosa


Con Anna, la autora rompe con el ideal de lo que en su época era “ser una mujer”, que nada tiene que ver con el tópico de la literatura costumbrista “ángel de la casa”, es una mujer en transición, y en este cambio se revelan las problemáticas del ser femenino dentro del patriarcado. Una mujer que inicia su sexualidad y obtiene dinero a cambio. Anna no muere, como la mujer monstruosa muere en el ideal victoriano, aunque el dolor corporal podría interpretarse como una muerte poética.

Retomo acá otro indicio victoriano de la novela “Ser abnegada no es sólo ser noble, es estar muerta” (1998, 40). En este sentido, la domesticación del personaje a través del hombre lleva a Anna casi a la muerte, siendo defraudada, engañada y dejada a su suerte. En la novela aparece negado el placer cuando Anna se acerca a su sexualidad, desde un sentimiento de no estar ahí realmente, después cuando se olvida de sí misma para desaparecer en los varones desconocidos con experiencias sugeridas de violencia sexual. El hecho de que su sexualidad la lleve a un final inevitable revela un sufrimiento interior y sentimientos autodestructivos.

Si el ángel victoriano domina el reino de la muerte, este es el personaje que domina el reino de la soledad y en ese vacío experimenta sentimientos tan intensos como la muerte. En tal desprotección vive Anna Morgan cuando Jeffries se aleja de ella, llevándola a estados de angustia y desolación. Cito a Anna:


“Una cosa es cierta... yo duermo. Duermo como si estuviera muerta (...) Es curioso cuando te sientes como si no desearás en la vida más que dormir, o yacer inmóvil. Entonces es cuando oyes pasar el tiempo deslizándose por tu lado, como agua corriente” (1990, 137).


¿Es Jeffries quien la lleva a hundirse en el reino de la soledad?

La escritora describe muy poco físicamente a Anna, no sabemos cómo se percibe a sí misma, pero sabemos que los demás la miran constantemente. Desde el inicio de la novela la mirada de los otros es una acción importante que se repite, esta mirada siempre es hostil y penetrante.


Esa mirada de afuera puede ser interpretada como el estigma, Anna no es un eterno femenino, es una mujer de 19 años, soltera y extranjera. No es discreta ni casta, por eso es quizás una mujer monstruosa, y en este punto resalta la importancia de las miradas en la novela, porque en la mirada la sociedad le hace saber que la percibe de forma diferente.

Hay en Anna varias similitudes con Jean Rhys nació en Dominica y se trasladó a Inglaterra a los dieciséis años, tuvo una porque era migrante caribeña, tenía pocos recursos, se dedicaba la trabajo sexual y era escritora.


La ansiedad por los espacios


Otra característica de esta novela es la descripción de los espacios habitados por Anna, desde las habitaciones hasta la ciudad. Existe una ansiedad ante el espacio, desde la experiencia de migración, la ciudad siempre será irracional y extraña para ella.


Al definirse como prisioneras de su género, por ejemplo, las mujeres crean con frecuencia personajes que intentan escapar (...) La agorafobia y la claustrofobia, se asocian por definición con las imágenes espaciales mediante las que estas poetas y novelistas expresan sus sentimientos de exclusión social y su anhelo de una huida espiritual (1998, 99).


El relato feminizado paradigmático del encierro en el hogar, tiene aquí otra dimensión, Anna está atrapada en un mundo ajeno, la ciudad se convierte en el espacio de su encierro. En sentido metafórico, la ciudad es un espacio de tensión, Anna es expulsada de su isla y expuesta a un lugar desconocido y frío.

Es a través de los espacios que podemos saber cómo se siente el personaje ante lo que está viviendo, por ejemplo, después de su primera cita con Jeffries su cuerpo expresa su incomodidad al señalar: “La habitación olía a frío, a cerrado. Era como estar en una caja pequeña y oscura” (1990, 30).

Anna se siente atrapada. También señala de este encuentro: “Me sentía como si hubiera salido fuera de mí misma, como en un sueño” (1990, 29).

En otro pasaje, cuando la corren de la habitación donde vivía, su cuerpo vuelve a sentirse en peligro: “El corazón me iba a ciento por hora” y comienza a pensar en una habitación que se va empequeñeciendo, y ese sentimiento se extiende hacia la calle “en las hileras de casas en el exterior, de ostentoso oropel, decrépitas, y todas exactamente iguales” (1990, 37).

Estas descripciones del entorno se repiten en la novela y expresan la relación de Anna con su entorno, ella pocas veces manifiesta sentirse cómoda. Esta es una sensación que yo comparto, a menudo me siento fuera de lugar e incómoda, es una constante en mi relación con el mundo social.


Hacia una crítica de la heterosexualidad


Las experiencias relatadas por la autora retratan una mirada hacia un mundo que pocas veces se toca en la literatura, aquí enlisto algunas con la necesidad de apuntar en estos temas para análisis posteriores, porque siguen siendo motivos de reflexión entre quienes nos construimos como mujeres. Tomando en cuenta el texto de Adrienne Rich La sexualidad obligatoria y la existencia lesbiana, enlisto algunas características del poder masculino que se leen entre líneas en esta novela:


-La experiencia sexual narrada desde el apego emocional por soledad, el estigma de la sexualidad feminizada, el camino trágico hacia la prostitución, la migración como desamparo y desolación, la desigualdad económica, el abandono de sí misma por la desilusión y el desamor, el aborto. En suma, los tópicos de la autora son profundos ante una realidad compleja que enfrenta Anna.


-En esta obra refleja una situación muy frecuente en nuestra sociedad, donde las mujeres tienen pocas opciones de elección de vida. La novela refleja el despojo de la personalidad de Anna, una forma de irse dejando llevar hacia lo que parece inevitable, su final trágico. Aunque es un personaje que parece emocionalmente que no puede resolver su caída, al final existe la posibilidad de un nuevo comienzo y siendo Anna tan joven hay un final abierto al futuro.


-Sobre lo que narra esta novela, me pareció terrible ver cómo el hombre se convierte en el único vínculo afectivo de Anna y termina siendo su protector a la vez que verdugo, cuando se separa violentamente de ella. La forma en que él, después de darle dinero y cuidarla mientras está enferma, para después iniciarla en una relación sexual, que no es lo que ella expresa querer.


-Si Adrianne Rich señala la situación económica del matrimonio y lo difícil que es para una mujer ser independiente: pocas mujeres están en condiciones económicas de resistir al matrimonio, sobre Anne yo apuntaría que su condición económica complica negarse a recibir dinero de Jeffries, y después a sentirse desamparada cuando él se aleja.


Es posible que la novela tenga un final con un toque de esperanza, Anna ha pasado por muchas dificultades pero termina recuperándose y pensando en un volver a comenzar. ¿Qué hará Anna después?




Bibliografía

Gilbert Sandra y Gubar Susan, La loca del desván: la escritora y la imaginación literaria del siglo XIX, Ediciones Cátedra, 1998.

Rhys Jean, Viaje a la oscuridad, editorial Grijalbo, 1990.

Rich Adrienne, La sexualidad obligatoria y la existencia lesbiana, Grupo edición Amputadxs, 1980.




Jean Rhys (izq.) with Mollie Stoner, Velthams, 1970s (Foto tomada de Wikipedia)


 
 
 

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